Del Lago Sebu en Mindanao a los viveros municipales en Ulía, el motivo cambia, pero la intensidad permanece.
Se trata del esfuerzo por atrapar en cada cuadro una sensación huidiza, por detener el flujo de imágenes posibles en una única imagen necesaria, la cual, como toda necesidad, será paradójica, espontánea y meditada a la vez.